lunes, 26 de enero de 2009

Una lágrima resbala por mi mejilla, golpea el suelo como gota de sangre. El fantasma del amor recorriendo la casa, con pasos vacilantes, herido de muerte, me apunta con el dedo, me señala con una especie de mueca, tratando de decirme algo que no logro entender. La vela de mi mesita, apagada por una ráfaga de viento, muy frío el viento, me deja con el rostro helado, titubeando, me atormenta, me dan ganas de despertar y encontrar otro lugar, pero está ahí el fantasma, lo veo, creo que ya lo entiendo, una despedida amarga con un pero de más.

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